En la rapidez con la que vivimos cada día nos perdemos el poder ver algunas cosas, por eso es momento de una pausa…
Si hay una enseñanza que podemos aprender de esta pandemia, fue la bendición disfrazada de tragedia, de aprender a detenernos y observar el tipo de vida que tenemos. Cuando uno está atrasado, y va por una carretera lo único que ve, son las luces rojas del semáforo, y aunque parece que son un estorbo y un retraso están allí para protegernos, y eso creo que ha sido una de las facetas de esta pandemia, una experiencia que te dice alto, detente y observa. Detenerse no es una pérdida de tiempo, y en ese espacio de quietud o relajamiento, es donde rejuvenece nuestro espíritu. Hay un poema de W.H Davies, nos dice que debemos tomar tiempo para detenernos y observar:
Que es esta vida sino, repleta de ansiedad
No hay tiempo para detenernos y observar.
No hay Tiempo para ver, los árboles que pasamos
Donde las ardillas esconden sus nueces en los pastos
No hay tiempos para ver en plena luz del día
He colocado un extracto de este hermoso poema, que tiene un trasfondo muy místico y filosófico a la vez. No es que el tiempo ahora pasa más rápido. Cuando pequeño recuerdo que el verano, era un tiempo largo y casi interminable, obvio a esa edad lleno de aventuras y experiencias.
¿Por qué pasa esto? Porque vivimos tan recargados que sufrimos de una distorsión de la percepción del tiempo y más preocupante aun es que, nuestra cultura está perdiendo la capacidad humana de la contemplación y apreciación, “los logros culturales de la humanidad, a los que pertenece la filosofía, se deben a una atención profunda y contemplativa”, dice Bing –Chul Han, que son cualidades de nuestra mente que nos hacen diferentes de los animales. Entonces, no es agregar más cosas, es disfrutar más las cosas que ya tenemos, es el concepto aplicado al tiempo que tenemos, menos es más, no es un aspecto cuantitativo sino cualitativo. Si tu atención está fragmentada y estas en muchas cosas a la vez, no puedes tener una visión completa y clara de las cosas que haces, y de las decisiones que tomes, esto puede llevar a un constante estar desagradado o insatisfecho, y caminar por una senda continua de búsqueda de nuevas y más intensas emociones, es un estado adictivo, un constante vacío.
El vivir corriendo y haciendo muchas cosas a la vez no es un signo de avance en nuestra humanidad sino más bien un retroceso. Los animales viven en una continua multitarea tratando de comer, cuidar que sus crías no se dispersen, estar atento a un depredador, todo esto a la vez, es imprescindible para la supervivencia. Así que vivir en constante estado de alerta o sobrevivencia es muy animal y salvaje, no le pidas a un animal atención profunda y pensamiento profundo.
Por esto si corres no puedes cultivar una mente contemplativa y un pensamiento profundo. Esta es una cultura opuesta al zen, ya que el zen es hacer una cosa a la vez, es estar plenamente en lo que hacemos. Y este estado de estar inmersos en lo que hacemos es la base de una mente que flota en la quietud, la calma y la paz tan anhelada. Por eso las artes, la pintura, la música, la filosofía, la danza no tienen cabida en una cultura del “desarrollo” porque implica detenerse, parar, no producir, pero, no producir para vivir realmente. Tener un momento para detenerse y observar no es mala idea.
Namaste
Instructor Yoga y Meditación. Educador en Fitness y Salud, certificado en USA por ACE, miembro IDEA Health Fitness Asociation. Benfitness Service Chile Director.