Tengo la cama repleta de decepciones
y a veces me acuesto en ellas
pensando que ningún sueño lo voy a cumplir.
A veces dejo las esperanzas en el suelo
porque prefiero estar desnuda que vestirme de ellas.
Nunca podré dejar mis miedos de lado,
nunca podré dejar de vivir con mi cabeza a mil en negatividad,
nunca podré salir de la oscuridad en la que me encuentro.
Debo dejar de intentar tocar el cielo
y admitir que mido 1,53
y que las cicatrices serán eternas,
que están en mi como tatuajes
y los tatuajes no se pueden quitar.
No puedo seguir,
me voy a quedar estancada
en este barro de decepciones y lágrimas.
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